Es fundamental el escenario que propicia y hace revivir las narraciones. Hitos de tiempo. Ponerlos de acuerdo y entrañarlos con el lugar desde el que se produce la evocación hace nacer el apunte de urgencia. Sin arraigo, sin ámbito situaciional, no surgirían los recuerdos ni el deseo de recogerlos. […] A mí eso me pasa mucho en los autobuses, cuando voy de recados, afanosa, distraída, y de repente una esquina cualquiera de una calle se pone a dispararme, al mirarla, escenas superpuestas y aglomeradas de mi paso por allí en otras ocasiones. […] La ciudad transitada tantas veces es un itinerario de narraciones que se hojaldran. Aunque vayamos pensando en otra cosa, opera de fondo la geografía narrativa, como hilo conductor de todo lo que ha cambiado en nosotros, en la política del país, en nuestra relación con amigos de quienes nos hemos separado, o que se han ido o se han muerto; narraciones subterráneas, fragmentarias y revueltas, muchas veces desantendidas pero siempre presentes, germen de enfermedad, humus de sueños. Historias que desembocan en mí, cada una por separado; las concita el lugar -Cibeles, Narváez, la Puerta de Alcalá-, pidiendo un narrador que las orqueste. Y si en ese momento no apuntas algo en un cuadernito, lo que sea, parece que te disuelves, que te va a tragar la muerte.