Este artículo de Belén Gopegui apareció en la edición impresa de El País, el lunes, 24 de julio de 2000, con motivo del fallecimiento de Carmen Martín Gaite.
El sí de cada no
Ésta es la historia de los que dicen no. Carmen Martín Gaite la escribió para ellos y para ellas antes de irse. El no puede ser pequeño como un anillo o grande como la copa de un árbol. Puede ser muy difícil o sólo un poco difícil. Pero siempre os hace desaparecer, igual que las novelas, igual que las noticias. Pero hay un mundo entero de cosas que no pasan, y, aunque no lo sepamos, las cosas que no pasan, los actos que no se hacen, son las patas de madera que de verdad sujetan la mesa de un país; por eso, a veces parece que los países flotan y son muy débiles, lo parece cuando detrás de todas las cosas que sí se hacen no hay casi ninguna a la que se haya dicho no.
Carmen Martín Gaite dijo que no a muchas cosas. Lo dijo con discreción, y hay quien piensa que la discreción está reñida con las boinas de colores, pero no es cierto. La discreción, cuando se practica, pide un esfuerzo de la memoria. Carmen Martín Gaite tenía prestigio, vendía muchos libros, estudiaban su obra hispanistas de todo el planeta, era lo que muchos autores y autoras quieren llegar a ser y, sin embargo, vale la pena ponerse a pensar lo que no era. Lo que no era pudiendo serlo, lo que no era recibiendo cada día ofertas para serlo. Lo que no era, donde no estaba, en qué fiestas no se la veía, de qué premios no era jurado, qué premios pactados bajo cuerda no ganó, de qué instituciones no quiso formar parte por más que la insistieron, en qué programas de televisión no estuvo, en qué grupos mediáticos no quiso unir su figura ni su discurso, qué historias de encargo no aceptó, a qué preguntas no quiso contestar, qué favores prefirió no pedir.
Ésta es la historia de los que dicen que no. Ésta es, aunque no lo parezca, la historia más pública que existe; el no es hoy lo más público que tenemos, tal vez por ser lo único que no se cuenta. El sí se acerca a lo privado. Un personaje público como Carmen Martín Gaite produjo cientos de miles de síes privados. El sí de una dedicatoria, el sí de cada tarde leyendo uno de sus libros, el sí de la lealtad y los poemas, los artículos, las preguntas que contestaba después de dar una conferencia. “No encontraréis a Delia sino muy repartida”, escribió Miguel Hernández.
No encontraréis a Carmen Martín Gaite sino muy repartida en el sí de cada uno de nosotros y nosotras, el sí del valor que nos mostrara, el sí de apoyar a autores nuevos, a una autora que escribía su primera novela dando su nombre con generosidad en las entrevistas y a los traductores cuando viajaba, el sí de las largas conversaciones sin miedo al juicio, el sí de inaugurar la biblioteca de una escuela de adultos amenazada por el Ayuntamiento, en el sí de un abrazo y un pequeño trineo de porcelana y una linterna.
marzo 11, 2021 a las 4:56 pm
Muy bueno, en forma, ritmo y fondo, el artículo de Belén Gopegui. A mi gusto le faltaría algún apunte sobre la calidad de su obra y la relación con su contexto. Pero es evidente que eligió escribir sobre la calidad humana y la autoafirmación de Carmen Martín Gaite. Bien esta, es su derecho. Gracias